jueves, 25 de octubre de 2012

La ciudad y la ciudad, de China Miéville

Hacía tiempo que no caía en mis manos un libro tan original como "The City and The City" (en español, "La ciudad y la ciudad"). China Miéville es un autor de literatura fantástica que se ha hecho célebre en los últimos años sobre todo por sus novelas steam-punk ambientadas en Bas-Lag, pero la obra que nos ocupa es algo bastante distinto. En la ciudad-estado balcánica de Besźel, aparece muerta una joven en un descampado, dando lugar a una investigación policial encabezada por el protagonista de la novela, el Inspector Tyador Borlú.

Es un argumento que inscribe la novela en el género policial, pero hay un giro que convierte la obra en algo mucho más interesante. Besźel comparte ubicación geográfica con otra ciudad estado totalmente distinta, Ul Qoma. No es el caso de una ciudad dividida, al estilo de Berlín en la Guerra Fría, sino que ambas ciudades se entremezclan de tal forma que barrios, manzanas y edificios de la misma calle pueden formar parte de una ciudad y otros de otra, e incluso hay calles que son comunes a ambas urbes. Los habitantes de cada ciudad tienen absolutamente prohibido mantener ningún tipo de contacto con todo aquello que forme parte de la otra ciudad, incluyendo sus habitantes. No les está permitido ni siquiera mirarlos; han de hacer como si no estuvieran ahí. Una misteriosa y elusiva entidad, "The Breach", se ocupa de vigilar que nadie rompa la estricta separación entre ambas ciudades.

El autor claramente disfruta desarrollando en todos sus detalles esta premisa, y en ocasiones resulta un poco pesada la reiteración con la que describe las distintas formas en las que la separación entre ambas ciudades afecta a sus ciudadanos en el día a día, pero hay que reconocer también que sabe exprimir al máximo la idea para conferir a la historia un ambiente opresivo y paranoico muy sugestivo. Miéville es algo irregular en los diálogos y con la forma como hace avanzar la acción, que en ocasiones resulta un poco confusa, pero es un maestro a la hora de crear atmósferas y pintar escenas sutilmente espeluznantes, siempre al borde de lo sobrenatural. La trama, además, avanza trepidantemente, atrapando la curiosidad del lector y haciendo que devoremos una hoja tras otra. Otro acierto es que está ambientada en nuestro mundo actual: la presencia de elementos tan cotidianos como Internet o teléfonos móviles, y la mención de las relaciones entre las dos ciudades con EE.UU, Canada u otras naciones aporta una cercanía que hace más patológica la existencia de esa misteriosa frontera existencial entre Besźel y Ul Qoma.

En definitiva, un raro ejemplo de novela estimulante desde el punto de vista intelectual pero al mismo tiempo fácil de leer y muy entretenida. Muy recomendable.






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